miércoles, 20 de mayo de 2015

Veintidós.

Venía a contar corriendo que he terminado los exámenes.
Y que en nada llegan los exámenes.
Que he descubierto la receta de cómo detener el mundo en lo que tarda en dilatarse una pupila.
Y me lo quedo para mí.
Que pocos placeres son comparables a ventilarte una temporada de HIMYM en una mañana, por muy friki que suene.
(Porque pocos placeres son comparables a ser friki).
Que me he visto a mí misma en el fondo de sus ojos,
que he entendido a Axl, 
y a lo bonito de vivir, en general.
Y eh, que la cosa no acaba aquí.
Porque lo más alucinante de todo fue la forma en que me me quemaron las palabras en la boca
al despertarme frente con frente
con su frente
y saber que no quería nada más. 
Ni ahora. Ni después. Ni después de después.
Y tuve que decirlo.
Y... Decirlo otra vez.
Y otra (la última).
Y la última de verdad.
Y su sonrisa contra mi oído era la única respuesta.
La mejor que hay.

Decía que me voy corriendo
pero es mentira.
Me voy bien despacito, y saboreándolo todo.
Porque bastante deprisa se me va la vida,
como para encima meterla yo más caña.

#100happydays

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