martes, 23 de junio de 2015

Veinticuatro.

Llevaba veintinueve días sin escribir.
Hola, qué tal. 
Yo aquí, perdiendo el tiempo mientras respiro lluvia. 
Venía a contaros que si no he venido antes es por estos putos exámenes que me chupan la vida,
y a quien crea que exagero,
que piense que me quitan el tiempo,
                                                       el sueño,
                                                                       a mis chicas
                                                                     a él.
La vida, en términos bastante absolutos.
Pero hoy llovía. Así que mañana me levanto a las cinco en vez de a las siete, porque a ver quién se resiste a la lluvia. O a ti. 
Creo que antes te he estresado un poco y la guitarra no paraba de llamarte, y por eso me he dedicado a mirar por la ventana, pero no voy a confesarlo, porque he decidido ser valiente. ¿Puede decidirse eso? Es probable que no, pero a estas alturas todo lo que sé es que te decido, y me decido, y que asustada no se gana.
Ni siquiera se apuesta.
Y yo ya me he quedado sin blanca en ti. 
Además, ya sabes que cuando dejo de pedirte que me muerdas es porque estás rebañando mis costillas.
Mi clavícula. 
Mis falanges.
Y también sabes que en esos momentos se me pueden escapar cosas como "tirar piedrecitas contra tu ventana y pedirte que bajes, que la lluvia no dura para siempre y llevamos mucho sin bailar". No tiene remedio, y si lo tiene no voy a buscárselo, me gusto así. 
Las entradas de este blog no deberían llevar nombres, pero las reglas no están para seguirlas, que bastante tengo con seguir el trazo de agua de esa gota en el cristal.
Porque si hay días con nombres,
miradas con nombres, 
sonrisas con nombres, 
me parece lógico que haya textos con nombres.
Y este es para ti.
Porque alguien dijo alguna vez que lo que no se escribe, no existe,
y yo tengo guardados en el cajón demasiados días  pensando en tus manos como para que ahora no existan.
Así que aquí los dejo, cuchicheando entre ellos,
y volviéndonos inmortales, en palabras.

Hola, yo venía a deciros que los truenos me dan susto, pero me pasaría la vida mirándolos, porque después me provocan una sonrisa que casi nadie conoce.
Como tú.


#100happydays